Una vez tras otra cayendo en lo profundo del vacÃo que me azota, envuelto en sorpresa escolta, como esas horas que vuelan, esas que jamás nunca regresan.
Envejecer nunca fue preocupación viviendo la vida como una simple canción, en tres minutos cabe la eternidad, escuchando cantar al tiempo y su voluntad.
Y corriendo sin parar, sin ceder, sin pensar que no me pertenece, que mucho es lo poco que importamos, que tan poco y nada controlamos.
Hoy siendo un vago de tus estaciones
entre domingos y restricciones,
te ocultaste en mi borroso pasado
gastado de las glorias y los fracasos.
Y el dÃa que el reloj pare de correr
mi última caÃda acabará de suceder.
Comments